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A la una, a las dos y a las…

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Fotografía: Christian Vilar (Creative Commons)

¿Qué tal el verano?, ¿cómo ha ido todo?, ¿has podido tener días de descaso?, ¿te has relajado un poco?, si es que sí me alegro porque seguro que te ha venido muy bien. Este año no nos podemos quejar del calor, por lo menos las noches nos han dado un respiro muy agradable.

Con la llegada de la Hoja Iglesia en Coria-Cáceres podemos decir que estamos preparados para ponernos de nuevo en marcha. El mes de septiembre sirve para engrasar la maquinaria que el primer domingo de octubre ya debe estar perfectamente ensamblada para comenzar a funcionar a pleno rendimiento.

Valga este ejemplo para visualizar algo que no tiene porque ser así, porque en realidad no nos hemos parado nunca, incluso alguno puede ser que haya trabajado más y en algunos sitios diocesanos los meses de verano son de mucho a ajetreo, basta preguntar en la mayoría de nuestros pueblos.

Lo cierto es que desde ya ponemos nuestra mirada a comienzos de octubre cuando oficialmente se inaugure el nuevo curso pastoral. El “Caminar juntos con Cristo para buscar, renovar y fortalecer la fe” va a resonar en nuestros oídos durante un tiempo para iluminar nuestro trabajo.

Por eso la columna comienza casi como terminó el curso pasado allá por el mes de julio animando a todos a la participación en el XIV Sínodo Diocesano en el que desde la pasada Semana Santa estamos inmersos.

Animar a todos los sacerdotes a que cada uno desde sus comunidades parroquiales estén al frente de las iniciativas que se propongan y acompañen a los laicos en todo lo programado. Animar a los religiosos y religiosas a que su colaboración cualificada valorice los trabajos sinodales. Animar a todos los laicos para que su participación sea decisiva a la hora de reflexionar juntos sobre los temas que entre todos se decidan.

Cada parroquia, cada comunidad, cada asociación, cada cofradía, cada grupo tendrá sus objetivos pero el Sínodo debe estar por encima de ellos, porque de sus conclusiones sacaremos las iniciativas que van a iluminar la actividad de nuestra Diócesis en los próximos años.

¡Venga! Que nadie se quede atrás, todos estamos llamados, que cada uno aporte lo que tiene que aportar para construir juntos una realidad diocesana donde el evangelio, y en estos tiempos mas, sea esa buena noticia que todos deseamos que sea.