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A los cincuenta años del Concilio: textos clave del mismo (II)

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Constitución “Lumen gentium” (Luz de las gentes) – Número 9

En todo tiempo y en todo pueblo es grato a Dios quien le teme y practica la justicia. Sin embargo, fue voluntad e Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente. Por ello eligió al pueblo de Israel como pueblo suyo, pactó con Él una alianza y le instruyó gradualmente… todo esto sucedió como preparación y figura de la alianza nueva y perfecta que había de pactar en Cristo… este pacto nuevo lo estableció Cristo convocando un pueblo de judíos y gentiles que se unificaran no según la carne, sino en el Espíritu, y constituirá el nuevo Pueblo de Dios.

Este pueblo tiene por cabeza a Cristo. La condición de este pueblo es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios. Tiene por ley el nuevo mandato de amar como el mismo Cristo nos amó a nosotros. Y tiene el último lugar, como fin, el dilatar más y más el reino de Dios… Este pueblo mesiánico, aunque no incluya a todos los hombres actualmente y con frecuencia parezca una grey pequeña es, sin embargo, para todo el genero humano, un germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación. Cristo que lo instituyó, se sirve también de él, como instrumento de salvación universal y lo envía a todo el universo como luz del mundo y sal de la tierra.


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