Camino a la Pascua
El día uno de marzo, comenzamos el camino litúrgico más importante del año: la cuaresma. Cuarenta pasos que nos llevarán inexorablemente, si lo recorremos bien, a la resurrección. No hay atajos, ni recorridos alternativos, el camino es el que es y no hay posibilidad de elegir otro. Más o menos todos sabemos las condiciones y las exigencias que hay que cumplir para llegar al final. Tengo la impresión que este tiempo siendo lo importante que es, no ha sido bien explicado, y sobre todo no ha sido vivido como su importancia exigiría.
Nos hemos quedado en la anecdótico (ceniza, ayunos y abstinencias, confesión anual…), nos hemos fijado demasiado en la ramas y las mismas no nos han dejado ver el árbol hermoso y florido que teníamos delante. No podemos decir que la Sagrada Escritura no sea clara sobre el asunto, o que las enseñanzas del magisterio no hayan sido acertadas, pero… como no ocurre demasiadas veces ese mensaje profundo no ha llegado ni al corazón ni a la mente de los creyentes.
¿Por qué? la respuesta es compleja: quizá sea porque es más fácil decir “recuerda que eres polvo y en polvo te vas a convertir” y ya está, que explicar con hechos cual es el ayuno que Dios quiere, cual es el sacrificio que agrada al Señor. Claro, esto último exige bastante más que lo primero. Exige la conversión del corazón que es mucho más arriesgada, y ante lo cual solemos razonar como aquellos “bueno de eso ya te oiremos hablar otro día”, “lo dejamos para otro momento”.
Todos los años el papa publica un mensaje para la cuaresma de ese año, el de éste lo ha titulado “La palabra es un don. El otro es un don”, y tienen como texto de referencia Lucas 16, 19-31, pasaje de Lázaro y el rico Epulón. Invitación especial a leerlo, para todos los que podáis acceder a él a través Internet o de cualquier otro medio.
Francisco nos anima a una renovación espiritual que se manifieste en hechos concretos, a realizar este camino de conversión que nos ayude a descubrir el don de la Palabra de Dios, a no dejarnos seducir por el mal, y a estar cerca de los hermanos necesitados.
La alegría de la Pascua se fundamentará en la vivencia que hagamos de todos esos buenos consejos.
¡Feliz Cuaresma!