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Comuniones en mayo

Ramo de flores

Los sacramentos son celebraciones litúrgicas fundamentales y centrales en la vida de los cristianos, aunque haya diferencias en el número de ellos en las distintas confesiones, los católicos tenemos aceptados los siete conocidos. Su aprendizaje constituyen una pregunta clave en los catecismos, el aprenderlos no es una preocupación mayor para los catecúmenos, pero la mayoría de las veces es lo único que vamos a conseguir sobre los mismos.

La preocupación de las parroquias en la organización de una buena pastoral de los mismos es una cuestión complicada, pero todos somos conscientes que de una u otra manera hay que afrontarla. Únicamente el nombrar el comienzo de las celebraciones de la primera eucaristía, hace aparecer algún que otro escalofrío, y al final la suma de alguna que otra cana es la causa lógica de lo acontecido.

El bautismo es el sacramento principal, pues te da entrada a los que forman la comunidad de los cristianos, más o menos todos saben ya que el pedirlo debe ser causa de una decisión libre y personal de los padres, deducida de su condición de creyentes consecuentes. Esto, como digo, todos los saben (¿?), pero otra cosa es que se lleve a la práctica con las exigencias requeridas. No es fácil dejar a un lado los prejuicios, pero muy, muy lentamente se están dando pasos.

El segundo en importancia es la Eucaristía, no la primera, sino la eucaristía. No podemos detenernos en exponer lo decisivo de su significado, pero su valor es determinante. La recepción de la primera es la que en la actualidad se nos está escapando claramente de las manos.

La dimensión social del acto, está acogotando el significado religioso del mismo. El niño llega hasta donde llega, que prácticamente no es nada o casi nada. La responsabilidad está en la familia y en quien decide que se está preparado para la recepción de la misma. Si ahora intentas poner en practica alguna acción para destacar lo que es lo central, la reacción es clara “es que nada más que haces que poner pegas”, o lo que es peor “nos estáis quitando la fe”. ¿Qué fe? Me pregunto.

La coherencia y la autenticidad, es la clave para valorar lo que haces y para dar consistencia a lo que crees. El compromiso fundamental de la celebración es continuar con la formación y la vivencia de la fe. Si esa formación y esa vivencia se cortan a los nueve años, tendremos cristianos de nueve años. Si os digo que de cuarenta niños solo cinco continúan en ese proceso vital, ¿a qué conclusión llegáis?

¡Mucho ánimo!