Cuesta de enero
No sé quien le puso este nombre, pero la verdad es que le viene como anillo al dedo. Tanta fiesta, tanta luz, tanto gasto… tanto turrón, mazapán, fruta escarchada… tanto abrazo, tanta beso, tanta risa… tanto desmadre, matasuegras, o chascarrillo… no puede durar más de quince días. Así que todo termina con esta cuesta que nos devuelve a la realidad, nos pone en nuestro sitio… y nos trae las rebajas.
Por fin tenemos gobierno, el desarrollo de las sesiones parlamentarias no es que haya sido muy edificante, pero imagino que tiene que ser así, porque no es la primera vez, ni la última, que sucede. El hecho de que todo el mundo pueda expresar su opinión es la esencia de la democracia, el escuchar lo que el otro dice te ayuda a poder descubrir posibles puntos de vista que a uno no se le ocurrirían nunca y eso es bueno, es bueno, siempre que se haga desde el respeto y sin las cartas marcadas, y esto a veces te es difícil descubrirlo… he oído hablar mucho de líneas rojas, y eso me lleva a pensar que hay mucha desconfianza, cuando el objetivo de todos es el mismo: el bien común de las personas.
No se sabe cuánto durará el gobierno que legítimamente se ha constituido, el paso del tiempo dará y quitará razones, pero lo que está garantizado es que va a dar que hablar y se gastará mucha tinta escribiendo sobre las decisiones que se vayan tomando. Espero que su preocupación sea solucionar los verdaderos problemas de la gente y no quedarse en resucitar viejas cuestiones ideológicas que lo único que consiguen es crear confusión y división.
Don Francisco está ya preparando su aterrizaje en la Diócesis Toledana, el 29 de febrero iniciará su episcopado en su nuevo destino. Hasta entonces habrá tiempo de despedidas y de agradecimiento por parte de todos los que lo hemos tenido como obispo durante estos casi trece últimos años.
La Iglesia en Coria-Cáceres, se prepara para vivir los últimos días de su pastor, y sobre todo, para esperar la llegada del nuevo. Esto no se puede detener, hay un Sínodo que se ha plasmado en unas orientaciones pastorales que tienen que seguir dinamizando la vida de la Diócesis, la sucesión no tiene que suponer ruptura, al contrario, tiene que suponer dinamismo y revitalización de aquello que podía estar comenzando a estancarse.