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El Sínodo de la Nueva Evangelización

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Fuente: Vida Nueva

El director de la revista religiosa Vida Nueva publicaba en el número 2817 el siguiente decálogo de lo que él espera de este sínodo.

1. Apuesto por una evangelización que se haga novedad en el encuentro personal con Jesucristo. El sínodo debe huir de hacer planteamientos filosóficos, y apostar por fundamentar que ser cristiano es sobre todo un seguimiento del que es nuestro maestro: Jesús.
 
2. Toda evangelización comenzará con un profundo y respetuoso amor al hombre y al mundo. No seamos látigo de Sodoma, sino caricia de Nazaret; no vivamos en torreón, sino en tiendas de campaña.
 
3. Una evangelización que asuma con gratitud la noble historia evangelizadora de la Iglesia, corrigiendo los errores cometidos. La Escritura, la doctrina de los Santos Padres y la historia nos harán humildes en la tarea.

4. Los retos evangelizadores del sínodo no pueden corregir al Vaticano II y su aire nuevo. Esta tentación debe ser remediada desde el principio. El gesto elocuente de cómo “evangelizar” conlleva un amor a la Iglesia.

5. Una evangelización que no suponga la fe, aunque se profese en una cultura cristiana: que sepa abrirse al corazón de los nuevos escenarios sin actitudes altivas. Estamos ante un hombre nuevo y distinto y no podemos seguir predicándolo como antes.

6. Evangelización paciente, honda, orante, alejada de la prisa. Una tarea que muchas veces nos haga hablar más a Dios de los hombres que a los hombres de Dios.

7. Una evangelización que se instale en fidelidad creativa y comunión afectiva y efectiva. Que huya de los grupos cerrados, sectas religiosas en definitiva; que se aleje de la fragmentación, del aislamiento y del sentimiento de élite. Se pierde tiempo en desafíos ideológicos y condenas absurdas.

8. Una evangelización que no use el proselitismo como arma de fuego letal, sino la oferta del sentido al mundo, la mano abierta.

9. Una evangelización que despierte en el mundo esperanza, alegría y libertad, superando el síndrome del miedo o del fracaso.

10. Y el mejor termómetro para ver si evangelizamos correctamente es comprobar si los pobres, los que sufren, los últimos, son los primeros en recibir esta buena noticia. Sólo así trasmitiremos la fe a las nuevas generaciones.