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Estado de alarma

León del Cogreso de los Diputados

Como ya podemos salir a la calle, aunque sea a unas horas muy concretas, eso quiere decir que lo del confinamiento es un poco más llevadero; además, parece que a partir del día 25 nos va a ir un poco mejor, la normalidad se va abriendo paso, pero… y ya me pongo nervioso, hay que ser todavía muy prudentes. Nos podremos ver, pero… a dos metros de distancia; podré ofrecer una sonrisa al que me encuentro, pero… con la mascarilla no se va a notar.

Esto del estado de alarma con duración de dos semanas, está creando también cierto debate, desde marzo vamos como a salto de mata, algunos malintencionados, que siempre los hay, dicen que es una estrategia por parte del gobierno, para campar a sus anchas y tener que dar pocas explicaciones. Puede ser, pero digo yo, con las veintiocho mil razones que hasta ahora están encima de la mesa, muchas explicaciones habrá que dar.

Nos queda camino por recorrer y es necesario tener la mente muy despejada para no venirse abajo. Como creo que ya he dicho en otra ocasión va a ser necesario asimilar una serie de cambios en nuestra forma de actuar que tendremos que ir encajando cada uno a la medida de sus posibilidades. Los más fuertes psicológicamente lo harán mejor, los menos tendrán más dificultades.

Están comenzando a llegar a los despachos de las ONGs, entidades benéficas, a Caritas y a los centros de acogidas parroquiales, casos concretos de personas que se han quedado sin nada. ¡Ojo! que son personas con rostros que conoces, sabes su nombre y apellidos, que las tienes que ayudar, no pueden esperar uno o dos meses, y no les puedes decir que les falta este papel para poder recibir la ayuda, o que se ha acabado el presupuesto, no, necesitan ayuda ya.

Cuando se comience a hablar de las consecuencias económicas de todo esto, que ya se intuyen, va a ser otro elemento que nos traerá dolores de cabeza o de otro sitio, y para esto también necesitamos personas muy bien amuebladas para que sepan llevar el timón y acierten con las medidas que hay que tomar.

No podemos perder la esperanza, eso nunca, con realismo, y con deseos de cooperar siempre en la buena dirección, todos, y como personas creyentes más, no podemos dejar que la desilusión o el temor puedan más que nosotros.


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