Fase dos

Fotografía: Daniele Marzocchi (Flickr)
Si al comienzo del año 2020 nos llegan a decir que en el mes de junio estaríamos en la fase dos, no sé qué habríamos respondido, posiblemente nos habría parecido que estábamos viviendo alguna experiencia cinematográfica de marcianos, o le hubiéramos pedido a nuestro interlocutor que se aclarase y se explicara un poco más. Y si nuestro amigo hubiera añadido que estábamos en la fase dos de la desescalada, nuestra extrañeza hubiera sido mayor, porque una vez hecha la pertinente consulta en el diccionario, resulta que, efectivamente, esa palabra no existe.
Valga esta introducción para hacernos una idea de lo que hemos vivido a lo largo de estos ya casi tres meses. La distancia social, la mascarilla y la higiene personal (lavarse las manos) eran algo imprescindible desde el principio y a partir de ahora también o más, no hay que relajarse porque los rebrotes se pueden producir en cualquier momento.
Poco a poco se van abriendo las tiendas, los centros comerciales, se eliminan los horarios de salida, se puede hacer deporte, puedes salir sin restricciones… pero nos damos cuenta que no es igual, sobre todo cuando te encuentras con alguien al que no solo quieres saludar de lejos. Es verdad que el hombre es una animal de costumbres y nos iremos acostumbrando, cuando llegue la vacuna nos desquitaremos.
Habrá que pensar mucho, habrá que reflexionar, habrá que darle muchas vueltas al asunto, porque es verdad que algo fallaba, algo no hacíamos bien, cuando nos hemos encontrado con esto que nos lo ha vuelto todo casi del revés.
Acabo de ver las noticias de los telediarios sobre una sesión de control al gobierno, y he acabado desolado. IM-PRE-SEN-TA-BLE. Ni con 28.000 muertos encima de la mesa, ni con la crisis económica y social que nos espera, son capaces de dedicarse, única y exclusivamente, a trabajar para lo que fueron elegidos, solucionar los problemas de los ciudadanos. ¡Basta de insultos y descalificaciones!
La Iglesia católica también ha tenido que hacer sus esfuerzos, aforos reducidos, medidas de higiene, limpieza antes y después de las celebraciones, máximo cuidado en todo lo que se hace… y lo que es más importante, atención a los familiares de las víctimas, y corazón abierto a todos los que acudan pidiendo solución a la precariedad en la que se encuentran.
Las ayudas aprobadas por el gobierno son muy importantes, pero a pesar de eso sabemos por experiencia, que llegaran personas solicitando lo que no tienen y ahí seguiremos estando.