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Juntos mejor que separados

Crucifijo

Cuando el actual gobierno de Pedro Sánchez prometió delante del Rey y demás autoridades su fidelidad a la constitución de 1978, levantó cierta polémica (es verdad que cada vez menos) el que no lo hiciera delante del crucifijo o de la Biblia, y se ponía como referencia a que en otras democracias más antiguas y consolidadas que la nuestra, se haga alusión, con toda normalidad, a la divinidad cuando asumen alguna responsabilidad.

La verdad es que no comprendo mucho la controversia, si alguien no es creyente, no sé por qué deben aparecer signos religiosos cuando está jurando o prometiendo fidelidad a algo, la coherencia es algo que pedimos para todos. Sí me gustaría que si alguno de los ministros (en este caso, porque puede ser un concejal de uno de nuestros pueblos) se confesara católico, pidiera en ese momento la cruz o la biblia, por lo que representan para él, a la hora de cumplir con las exigencias del cargo.

¿Qué pensarían sus compañeros?, ¿entenderían el gesto?, o más bien le dirían, que eso no puede ser, que estaría anteponiendo su fidelidad al Papa o a la Iglesia antes que a la constitución… o al partido.

Ciertos sectores de nuestra sociedad consideran a las personas religiosas, como incapaces de vivir en democracia, como incapaces de desarrollar determinadas tareas profesionales porque no pueden comprender al que no piensa como ellos: no pueden estar en las escuelas (¡la religión fuera de la escuela “pública”!, ¿es que los católicos no son “público”?, ¿entonces qué son? ¿Marcianos?) en los hospitales, en los laboratorios de cualquier disciplina experimental…

Ante esta problemática, lo primero que pienso es qué hemos hecho, o qué seguimos haciendo mal los que nos consideramos creyentes, es lo primero que me intento responder, para tratar de explicar esta situación. Pero tengo que reconocer que hay mucha mala uva y muchos prejuicios en estas acusaciones.

Estoy convencido, porque casos existen, en que el trabajo en común de creyentes o no, se debe y se puede realizar: en los partidos políticos, en la escuela, en la universidad, en el laboratorio, en la clínica, en la investigación. Juntos, denunciando a los que no cumplen, que los hay en todos los ámbitos, trabajando en común para el bien de la humanidad y sobre todo de los que más lo necesitan.


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