mateo-6-340

La paloma de la paz no quiere volar

Paloma blanca

Puede que este sea el golpe definitivo. El pobre animal que llevaba mucho tiempo quejándose de su situación, manifiesta que cada vez le cuesta más volar, el clamor de los fieles que le decían que no podía dejar de hacerlo, porque era la última esperanza, era lo único que la mantenía en pie, su ramo de olivo ha ido perdiendo las hojas, y cada vez se parece más un ramo seco. Lo sucedido la última semana en Próximo Oriente, en las tierras judías y palestinas, hace que las pocas gotas de ilusión que le quedaban, estén a punto de consumirse, ante tanta destrucción, tanto odio, tanta maldad y tanta mirada inocente descompuesta.

Los amantes de la paz, que todavía existen y siguen trabajando construyéndola en los ambientes donde viven, al ver las imágenes de los atentados y los secuestros que se estaban produciendo, comenzaron a cambiar de color, previendo lo que se avecinaba. Sabían que no se equivocaban, los sucesos de los días siguientes y los que quedan por venir les están dando la razón.

A pesar de que alguno ya mandara al fondo de las sombras más tenebrosas el dicho maldito “ojo por ojo y diente por diente”, no logró acabar con él. El “habéis oído que se dijo, yo os digo”, no tiene todos los seguidores que debiera. No podemos intuir siquiera que es lo que va a pasar, pero seguro que no es nada bueno. Hacía falta muy poco para que el odio acumulado en tantos años de historia saltara por los aires.

No me puedo ni imaginar la cantidad de libros que se han escrito analizando la relación entre palestinos y judíos (dos pueblos muy religiosos). No me puedo ni imaginar la cantidad de jornadas, cursos, conferencias, debates, encuentros, tesis… y ¿nadie ha podido encontrar la clave para que puedan vivir en paz? Parece que no.

En estos días terribles estamos oyendo muchas opiniones, pero casi todas ellas van dirigidas a manifestarse sobre quien es el culpable según su punto de vista, y no me parece que la solución vaya por ahí.

Y ¿Cuál es la solución? No la sé. Pero tampoco creo que la sepan aquellos que piden el diálogo y el reconocimiento de los dos pueblos cuando están vendiendo, sin ningún pudor, cantidades de armas a ambos contendientes.

Ante lo que estamos viendo sobra la demagogia y hace falta mucho realismo para solo situarse ante el problema.