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La unidad como meta

Icono ruso

Fotografía: Iglesia en Valladolid (Flickr)

Coincidiendo con el día 25 de enero festividad de la “conversión de San Pablo”, termina en la Iglesia Católica lo que se conoce como “la semana de oración por la unidad de los cristianos”. Es una celebración que en realidad pasa desapercibida para la mayoría de los fieles, pero en sectores más comprometidos, se celebra con mucho convencimiento y con un sentimiento profundo. Me parece muy acertado que la semana termine con la festividad citada, porque el de Tarso, fue el primero que tuvo clara la universalidad de la salvación que había predicado el nazareno.

El siglo XI y el XVI fueron testigos de las grandes divisiones producidas entre los que reciben un mismo bautismo. Divisiones que tuvieron su historia, mas o menos conocidas, y que lograron que la tan deseada unidad saltara por lo aires.

El análisis de la cuestión, tiene tal cantidad de puntos de vistas y de posibilidades de análisis que desbordan estas líneas. Lo que sí es cierto es que, aunque la unidad no se haya conseguido, porque las teologías de las partes están como muy asentadas, lo cierto es que el ambiente y la relación entre las distintas confesiones, no es para nada tensa, ni mucho menos. Cada vez más se multiplican los gestos de acercamiento, se realizan celebraciones conjuntas o se producen encuentros amistosos entre los máximos dirigentes de las mismas.

Los anatemas, y las manifestaciones descalificadoras prácticamente han desaparecido, y se respira un ambiente de respeto aunque se afiancen las creencias de unos y otros.

El ecumenismo (movimiento que busca la unidad de los cristianos) es la palabra clave de la cuestión. El Vaticano II le dio un fuerte espaldarazo. En muchos centros de formación católicos aparece como una asignatura en los curriculum de formación y los gestos de acercamiento, como he dicho, de los últimos papas han sido constantes, los mismos han contribuido a relajar tensiones poco edificantes. En nuestra ciudad, “La marcha por la paz”, que ha cumplido en el 2021, veinte años, es una muestra de esto que digo.

Como habéis leído, el título de la columna es “la unidad como meta”, aunque la misma todavía no la divisemos en el horizonte, por una vez (salvo la opinión de los extremos de siempre), las distintas confesiones están dando muestras de saber estar, y esto es digno de destacar; como no siempre se puede decir, nos alegramos por ello.

¡Mucho animo!