Libertad religiosa
La asociación Ayuda a la Iglesia necesitada, acaba de publicar su informe sobre la libertad religiosa en el mundo. Entre sus afirmaciones más llamativas destacamos las siguientes: una de cada tres personas vive en un país sin libertad religiosa. De los 196 países existentes, en 38 se producen “graves violaciones contra la libertad religiosa”. En su estudio diferencia claramente lo que es persecución (campañas dirigidas al exterminio) y lo que es discriminación (políticas destinadas a privilegiar a unos colectivos sobre otros). De los 38 países citados en 23 aparece la persecución y en 15 la discriminación.
En la llanura de Nínive al norte de Mosul, se erige el impresionante monasterio de San Mateo fundado en el año 361. Solo a 20 kilómetros de las fronteras del Estado Islámico. Este impresionante “mirador de la historia” estuvo a punto de sucumbir en el año 2014, cuando 240.000 cristianos tuvieron que huir de sus hogares y buscar refugio en el vecino Kurdistán iraquí. Los monjes, seminaristas y sesenta familias acogidas, decidieron marcharse con el frente de la guerra solo a cinco kilómetros del convento. Por suerte el avance se detuvo a esa distancia.
Pocos días después siete monjes decidieron volver al convento con la promesa de que no lo abandonarían jamás. “No nos iremos. Aguardaremos aquí nuestro destino”. Esa fue su promesa y la han cumplido hasta hoy.
La comunidad cristina de Irak está llamada a desaparecer. Más del 35% de los cristianos han emigrado a países de Europa. Desde el derrocamiento de Sadam Husein las minorías han dejado de estar protegidas. Es verdad que la cosa viene de lejos, cuando a comienzos de siglo decenas de miles de cristianos fueron deportados a los países vecinos.
Cuando una familia es puesta ante la tesitura de elegir entre “exilio, conversión o muerte” solo por sus creencias religiosas ¿Qué responderá? Imaginad que alguno de nosotros nos encontráramos en esa tesitura.
Con nuestra mentalidad, empatizar con los que están viviendo esta situación en esa parte del punto nos resulta casi imposible, lo único que logramos es trasladarnos a situaciones históricas pasadas y que consideramos ya como totalmente superadas. En nuestros esquemas mentales no caben situaciones como esa.
Lo anterior no nos exime de nuestra responsabilidad a la hora de trabajar por un mundo donde el respeto al diferente, también en el tema religioso, sea una prioridad y un derecho.