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Los cien días de don Jesús

Jesús Pulido

Fotografía: Diócesis de Coria-Cáceres

No sé si serán cien días justos, pero debe andar muy cerca. Lo cierto es que desde el 19 de febrero pasado, cuando fue ordenado en Coria, hasta hoy, esa cantidad de días debe estar al caer.

Sea como fuere, el 119 obispo de nuestra diócesis, ya ha pasado tres meses entre nosotros y desde el desconocimiento casi total, ya ha pasado a saber cosas de nuestra existencia y ha podido ir sacando sus propias conclusiones. La ciencia infusa del espíritu no te exime de esa necesidad del tiempo para ir conociendo lo que se tiene entre manos, lo bueno de su asistencia (la del espíritu) es que te capacita (si lo dejas) para afrontar los retos de lo que sea, en este caso los de una diócesis que tiene su historia, pero sobre todo una realidad y esa es la que hay que conocer. Lo que si tiene claro Don Jesús es que esa asistencia no elimina los problemas y la dificultad de la misión.

Nosotros también ya lo vamos conociendo, la larga espera que pasamos hasta su llegada hizo que la misma fuera como algo muy deseado, se necesitaba la presencia del pastor que escucha, decide, anima y garantiza la presencia de la Iglesia en esta parcela de la misma.

Para tener un cocimiento más o menos profundo de las cosas, es necesario saber escuchar a cuantos mas mejor, para así tener una visión como más amplia, y eso, y este es su primer acierto, él, ha sabido escuchar, mirarte a los ojos, observar e intuir lo que tiene delante. Y eso solo es el principio.

Pronto vendrán las primeras decisiones, y como siempre las reacciones a las mismas serán de tonos muy diversos, pero lo importante es tener claro el objetivo, y contar con personas que colaboren en la realización de las mismas.

¡Don Jesús!, cuente con nosotros, no sé porque hablo en plural cuando lo escrito es cosa mía, será porque sé que hay muchos que están dispuestos a caminar junto con usted para que nuestra diócesis vaya dando pasos en la dirección adecuada. Dirección en la que se hagan realidad: la fidelidad, la transparencia, la pobreza y la cercanía a los más necesitados, y deje de lado todo lo que signifique prepotencia, vanagloria y dejadez.

Es verdad que nuestra misión es “sembrar”, pero eso nos garantiza la presencia de ese Dios Padre, Hijo y Espíritu que no falla nunca, y solo nos pide que por favor, lo intentemos hacer BIEN.

¡Mucho ánimo para todos!


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