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Más sobre el Covid-19

Vacuna Covid-19

Me sigue costando dejar de lado esta situación que nos ha tocado vivir y que hay que intentar ir integrando en la realidad personal, ayudado por los recursos psicológicos que cada uno tiene.

Se ha cumplido un año, hace unos días, de la primera noticia periodística en la que las autoridades chinas comunicaban que algo estaba yendo mal con el control de un virus que habían detectado en Wuhan, una de las provincias de este país. Desde este momento hasta el catorce de marzo del 2020, se sucedieron una serie de sucesos de todos conocidos, que no merece la pena recordar pero sí no olvidar.

Benditas hemerotecas que nos ponen delante lo que se dijo y se hizo desde el momento de la primera publicación. A más de uno le gustaría que esto no fuera posible, pero al oírlas o leerlas ahora, no sé si sentir vergüenza ajena, o ponerme a llorar por las consecuencias trágicas de lo sucedido. “Será una gripe pasajera…”, “tendremos tres o cuatro casos, porque todo está controlado”… nuestro disco duro tiene recogido estas lindezas y más.

En Extremadura acabamos de llegar, en nueve meses, a los 1000 muertos “oficiales” (por gripe cada año morían entre 30 y 40 personas) por el maldito COVID, cifra que refleja la desgracia que padecemos. Los muertos deben estar siempre presentes en nuestra memoria, aunque a algunos les moleste. Lo que pueda a venir a partir de ahora, no puede hacer que olvidemos cada una de estas vidas truncadas de esta forma tan terrible.

¿Hay algo positivo en esta historia? Es cierto que un año después de ser declarada la pandemia, ya tenemos no una sino varias vacunas para atacar al enemigo. Lo normal es que estos medicamentos tarden de tres a cuatro años hasta que lleguen a las farmacias con todas las garantías y controles sanitarios exigidos. Esta rapidez excepcional ha hecho que algunos desconfíen, pero es verdad que el esfuerzo y el trabajo de los respectivos laboratorios ha sido excepcional. Este éxito debe hacer que los gobiernos se den cuenta de la necesidad de aumentar de forma significativa lo presupuestado para Investigación y Desarrollo y se dejen de lado los sobresueldos, las pensiones vitalicias sospechosas y otros gastos que nadie entiende.

Nos queda por delante la política de distribución de la vacuna y la necesidad de la llegada de la misma a los países sin recursos.

A cuidarse mucho.