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¡Nunca más!

Paraguas con lluvia

El Defensor del Pueblo había anunciado que el viernes 27 de octubre, haría público el informe que el Congreso de los Diputados le había encargado sobre los abusos a menores en  la Iglesia Católica. La Conferencia Episcopal Española contrató con un despacho de abogados independiente otro informe sobre el mismo tema, y esperaba que dicho informe se diera a conocer antes que el encargado por el Congreso, sin embargo, dificultades de última hora, han hecho que dicho trabajo se retrase hasta el próximo mes de diciembre.

Sea como fuere, lo cierto es el que el estudio ha causado un auténtico terremoto ya que sus resultados no encajan con las opiniones manifestadas por algunos sobre la realidad del problema. El propio presidente de la Conferencia Episcopal ha descalificado algunos datos considerándolos falsos y malintencionados por partes de los medios que los han publicado.

El informe ahí esta y se puede leer y releer, se podrá discutir sobre las cifras, si las mismas pueden ser extrapoladas siguiendo criterios estadísticos o no, pero lo que no podrá hacerse es no aceptar los hechos.

El papa Francisco ha marcado el camino, y es el que deberíamos seguir todos, pero parece que algunos no lo ven tan claro. Las víctimas son lo primero, merecen atención, cuidado, respeto, acompañamiento y reparación. Todo lo que sea no aceptar esto, es mirar para otro lado, y esa actitud nos conducirá a unas consecuencias cuyos resultados son imprevisibles.

Los carroñeros de turno, están al acecho y aprovecharan cualquier desliz para acentuar la generalización del problema, olvidando la cantidad de sacerdotes y religiosos que con una entrega ejemplar manifiestan el rostro autentico de Jesucristo. ¡Qué injusticia!

La Conferencia Episcopal Española no haría bien las cosas, si no se atreviera a coger el toro por los cuernos y enfrentarse a él sin miedo. Pedir perdón ya se ha hecho, pero tal acto, para que sea auténtico, debe ir acompañado por la reparación de asumir las consecuencias de los hechos consumados. De una vez por todas la Iglesia debe creer que las palabras de Pablo “cuando soy débil entonces soy fuerte” no es un lema de campaña, sino que es algo consustancial a su propia realidad.

La noticia está todavía muy caliente, y veremos por donde se van desarrollando los acontecimientos, nos jugamos nuestra credibilidad y nuestro respeto, y ante esto no caben comportamientos pusilánimes.