Reflexiones desde el confinamiento (III)
Hace unos días el gobierno de la nación comunicó los pasos de la “desescalada”, por las reacciones habidas parece que habrá que concretar muchas cosas para que nos vayamos enterando. Por lo menos, ya tenemos una fechas que nos pueden servir de referencia para ir terminando con esta situación, que poco apoco se va haciendo insoportable.
Es verdad que todo dependerá de la evolución de la pandemia. Pandemia que va siendo dominada por el trabajo de los sanitarios y por la colaboración de todos a la hora de llevar a rajatabla lo que se nos pide.
Cuando parece que más pronto que tarde volveremos a la “nueva normalidad” (veremos lo que significa esto), comenzamos a conocer las consecuencias de lo que nos ha pasado, y la verdad es que da pavor pensar en ellas, sobre todo desde el punto de vista económico y social. Si se cumplen todas las perspectivas que ahora se apuntan, debemos estar preparados para asumir ese futuro a corto plazo que vamos que tener que afrontar todos juntos.
Cuando hablo de asumir retos todos unidos, me pongo a temblar, porque por lo visto hasta aquí, ni en las situaciones más exigentes, somos capaces de dejar de lado lo que uno piensa y cree, para ponerse a trabajar codo a codo con el otro. Desconfianzas, recelos, insultos, descalificaciones, prepotencias, intereses ocultos, todos estos son ingredientes que ahora están de menos y que hay que tirar al contenedor de la basura para que no entorpezcan lo que es la labor fundamental.
La acción de la Iglesia Católica ha tenido siempre, y tiene claro ahora, que su máxima preocupación son los más desfavorecidos. Están comenzando a llegar a los grupos de acogida parroquiales familias que se han quedado sin lo poco que tenían, y necesitan dinero para pagar el alquiler o alimentos para comer. Digo que han comenzado a llegar, porque con el paso de los días, irán amentando de una forma exponencial. Lo que las parroquias podamos tener ya sabemos hacia dónde va a ir, dejaremos de lado otros proyectos que nos son tan urgentes, y que tenían su razón de ser, razón de ser que ahora se pierde por completo.
Otra cosa es la recuperación de la actividad litúrgica parroquial, esto se irá concretando poco a poco para garantizar la salud de los que participamos en ellas.
Mucha fuerza, mucho ánimo y mucha fe para todos.