Reflexiones desde el confinamiento (V)
Seguimos con esta realidad que hace que cada día descubramos nuevas cosas, unas que nos hacen que intuyamos alguna posibilidad de solución y otras que nos encontremos con más incertidumbre de la que tenemos.
El número de fallecidos aumenta y eso nos hace tener presente a todas esas familias que sufren esa realidad trágica, queremos ponernos en su lugar, pero no podemos porque la realidad nos desborda. Cada uno de esos muertos no son meros números, sino que son una realidad dramática para aquellos que la sufren como algo irreparable.
No hay que bajar la guardia ante la enfermedad, la apertura que poco a poco se va logrando, no debe hacer que nos relajemos ante la misma. Las medidas de seguridad, mascarillas y sobre todo la distancia social, es algo a lo que nos tenemos que ir acostumbrando para mucho tiempo. El virus sigue ahí y hay que ser escrupulosos a la hora de combatirlo con la higiene personal y con la separación entre nosotros.
El recuperar determinados movimientos que el estado de alarma nos imponía, hay que reconocer que viene exigido, no tanto por razones de salud, sino por motivos económicos, que son también importantes, no hay que negarlo. Cuando comenzamos a conocer datos sobre las consecuencias económicas de todo esto, nos ponemos también a temblar. Las imágenes de televisión de las colas interminables ante las instituciones que distribuyen alimentos, es solo un reflejo de una realidad que hay que saber afrontar por parte de todos.
No quiero comentar nada sobre las actuaciones de nuestros dirigentes, porque ya en los periódicos se nos ofrece información para que cada uno pueda formarse su opinión. Creo que tenemos que exigirles la capacidad suficiente para estar por encima de los intereses de cada grupo y mirar por el bien de todos los ciudadanos, independientemente de su forma de pensar. La altura política de cada uno se demuestra en estos momentos.
Con restricciones, nuestros lugares de culto comienzan a abrirse, ya podremos hacer realidad esa dimensión tan importante de nuestra fe, como es la vivencia en comunidad de las celebraciones litúrgicas, eso está muy bien, pero no olvidemos lo que hemos repetido muchas veces a lo largo de estos días: como Padre bueno, Dios ha estado y estará siempre a nuestro lado, aprende a sentirlo siempre junto a ti, sobre todo en los momentos de dolor y de sufrimiento.