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San Pablo VI y San Oscar

Canonización de Pablo VI y Oscar Romero

Fotografía: Catholic Church England and Wales (Creative Commons)

El pasado catorce de octubre, en plena celebración en Roma del Sínodo sobre los jóvenes, el papa Francisco canonizó a seis nuevos santos. De los seis canonizados, dos de ellos, son los que se han llevado la palma en la consideración de los medios de comunicación.

“El papa del diálogo” y “el santo del pueblo”, son evidentemente santos del papa Francisco, y los propone a la Iglesia del siglo XXI como modelos en las virtudes en las que destacaron.

Giovanni Battista Montini (1897/1978), papa 262 de la Iglesia católica desde junio de 1963 a agosto de 1978. La publicación de la encíclica “Humanae vitae”, sobre la regulación de la natalidad, su contribución a la recuperación del diálogo ecuménico con otras confesiones cristianas (ortodoxos, anglicanos y protestantes), dando lugar a acuerdos insospechados hasta entonces, y sobre todo, el atreverse a continuar la celebración del Concilio Vaticano II iniciado por su antecesor Juan XXIII, concilio que acercó a la Iglesia a la realidad de mundo en el que vivía, pueden considerarse sus grandes aportaciones.

Oscar Arnulfo Romero (1917/1980) arzobispo de San Salvador (1977/1980), luchador infatigable por los derechos humanos de su pueblo. La denuncia de las situaciones de injusticia contra los más pobres, provocadas por la clase dominante, lo llevan a enfrentamientos continuos con ellos. Premio Nobel de la paz en 1979. El 24 de marzo de 1980 muere asesinado cuando celebraba la eucaristía.

La historia de la devoción a los santos es tan antigua como la propia Iglesia, desde la veneración a los enterramientos de los mártires de la iglesia primitiva, pasando por toda la polémica de los iconoclastas (negaban la posibilidad de tener imágenes), controversia verdaderamente seria pues jugó su papel en la separación de la Iglesia de Oriente, hasta la consolidación y desarrollo del culto a los mismos, transcurrió su tiempo.

Como desarrollo de la teoría psicológica del conductismo americano, el aprendizaje por imitación, tuvo su momento de gloria allá por la década de los setenta del siglo pasado. Los modelos que admiramos, no cabe duda, que pueden servirnos de estímulo para muchas cosas y determinan nuestras conductas.

El desarrollo de la capacidad para el encuentro con los que no piensan como tú, la apertura a las nuevas realidades, favorecidas por Pablo VI, así como la valentía de Oscar Romero a la hora de denunciar las injusticias, es evidente que son dos buenas proposiciones para los creyentes y no creyentes del hoy.


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