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Septiembre

Otoño

El mes de septiembre, no suele tener buena prensa, y, la verdad, es que es un mes como otro cualquiera, pero eso de que el día 1 tengas que comenzar del nuevo alguna que otra cosa, nos pone de los nervios. Pero, aquí estamos, dispuestos a enfrentarnos a lo que sea, la personalidad de cada uno determinará, o no, la manera de hacerlo. Desde finales de junio han pasado tantas cosas, que me es imposible citarlas todas.

Por desgracia el virus sigue con nosotros, la ola veraniega nos ha dado más de un disgusto, sobre todo al comprobar que las residencias de ancianos vuelven a aparecer más de lo que deberían. No es lo mismo, es verdad, pero el conocer la realidad hospitalaria, el número de contagios, o el número de fallecidos, hace que la llamada a la responsabilidad siga siendo fundamental. Por lo tanto, a no relajarse, por favor, y a seguir cuidándose mucho.

Los colegios vuelven a abrir sus puertas, y aunque la incertidumbre no es la misma que el año pasado, la precaución, el cuidado y el cumplimiento de los protocolos establecidos deben ser la referencia.

Seguimos sin obispo, la verdad es que era algo que ya teníamos asumido cuando nos despedimos, pero el pensar que llevemos casi dos años sin su presencia, hace que nos planteemos preguntas sobre esta realidad, ¿cómo es posible que una institución con más de dos mil años de historia, no haya sabido encontrar a estas alturas nuevas maneras para afrontar estas situaciones, que son parte de su realidad cotidiana?

Todos los años al comenzar esta columna me gusta recordar a un par de personas amigas que ya no están con nosotros, pero con los que tuve una relación que influye en lo que hago a diario, son nuestro querido Nicolás, hace ya seis años que nos falta, y el amigo Luis Sevilla, que nos dejo va a hacer pronto un año. Un homenaje para ellos, el paso del tiempo no hace que su recuerdo y su espíritu nos abandonen.

A través de nuestras sencillas reflexiones semanales, intentaremos a lo largo de estos meses ir desgranado los acontecimientos y la realidad de nuestra iglesia, con sus cosas buenas y las que no lo son tanto.

El convencimiento de que no hay nada que ocultar hará que la transparencia y la humildad sigan siendo nuestra carta de presentación, ¡fuera miedos! La verdad por encima de todo.

¡Buen curso!


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