Sin prisa pero sin pausa

Fotografía: Alberto Mateos
Llegados a estas fechas, el trabajo final de los cuatro temas sinodales, si no ha llegado a nuestras manos, debe estar a punto de hacerlo, y hay que hacer el último esfuerzo para repensar nuevas acciones que se nos pudieron escapar en las que ya hemos entregado. Nos queda el mes de septiembre y octubre para hacer este trabajo.
Otra acción importante, que debemos hacer, es la elección de los representantes parroquiales para las asambleas finales, estos deben estar elegidos en el mes de septiembre. Hay que elegir el número que le corresponde a cada parroquia, así como a los suplentes de los mismos. Teniendo en cuanta de que van a ser unos 300 los participantes en las últimas asambleas, es necesario ir conociendo los nombres de los mismos.
El primer domingo de octubre en la catedral de Coria tendremos la inauguración del curso que este año tiene que ser distinta, porque va a ser la preparación inmediata de los actos finales. Los sábados de noviembre serán todos especiales, para en la fiesta de la Inmaculada concluir el Sínodo con la celebración final.
Y ¿después qué?, ¿se acabó todo?, NO. Al contrario después empezará todo. Queda la responsabilidad asumida por Don Francisco de llevar a la práctica lo que el Sínodo le recomienda. Será necesario establecer los mecanismos necesarios para el seguimiento de las conclusiones, será necesario que los planes pastorales de los próximos años tengan en cuenta las conclusiones aprobadas por los sinodales.
Como podéis imaginar ese trabajo posterior es un momento clave y decisivo para el éxito de lo que hemos venido haciendo y que tanto trabajo ha costado, sobre todo, si no queremos que el tiempo vaya poco a poco permitiendo que todo se quede en el olvido, si no queremos que las conclusiones queden muy bien en las publicaciones que se hagan de las mismas, pero que duerman el sueño de los justos en nuestras estanterías o en los profundo del cajón de la mesa del despacho parroquial.
Por lo tanto mucho ánimo para los trabajos finales, dar un empujón a aquellos componentes de los grupos que se encuentren más desanimados, que todos los grupos sigan con su trabajo, y muy buena disposición para afrontar las reuniones finales.
¡Buen curso para todos!