Termina el Sínodo / COMIENZA EL SINODO

Fotografía: Alberto Mateos
Los Juegos Olímpicos se celebran durante quince días, pero las Olimpiadas duran cuatro años, esto mismo, o algo parecido, es lo que debería pasar con nuestro XIV Sínodo Diocesano ya clausurado. Las asambleas finales se han desarrollado en cuatro sábados, pero lo que allí se ha trabajado, debe ponerse en práctica a partir de ahora e iluminar la pastoral diocesana de los próximos años.
La valoración del mismo, desde que allá por el 2014 comenzamos con la encuesta al Pueblo de Dios hasta los últimos pasos dados en Coria el 8 de diciembre, habrá que hacerla por parte de todos, desde las parroquias u otras instituciones, analizando el funcionamiento de los grupos, hasta los órganos diocesanos, valorando con realismo todos los pasos que se han ido dando hasta las propuestas finales.
En nuestro afán de mirar siempre el lado positivo de las cosas, puede ser que a veces perdamos el sentido del realismo a la hora de valorar nuestras acciones pastorales, y eso creo que no es bueno, porque te impide avanzar, ya que no valoras lo que hay que valorar, los pasos mal dados para que no vuelvan a repetirse.
Las propuestas están ahí, habrá que estudiarlas y analizarlas serenamente para sacar las conclusiones que haya que sacar, con vistas siempre a la realización práctica de las mismas.
El objetivo fundamental del Sínodo era ir fundamentando ese cambio de mentalidad necesario para que la Iglesia siga siendo signo de la presencia de Dios aquí y ahora, en este momento concreto de la historia.
¿Hemos conseguido, no logar ese cambio de mentalidad, sino poner los fundamentos para hacerlo realidad a partir de ahora? De la realización concreta de esto dependerá el éxito o el fracaso del Sínodo recién concluido.
Las jornadas de las asambleas finales han dado para mucho, cada uno se habrá quedado con aquello que más le haya hecho pensar: el edificio del Seminario, el desarrollo de las reuniones, las votaciones, la aprobación o no de algunas propuestas, las alusiones al Código de Derecho Canónico, la fidelidad de los asistentes, las comidas… muchas cosas que tienen su importancia.
Nos queda lo más difícil, hacer camino, y como sabéis, el camino se hace al andar. Serán los hechos los que demuestren que el trabajo sinodal haya logrado ilusionarnos con lo que tiene que ser nuestra iglesia en Coria-Cáceres, que no es otra cosa que ser una Iglesia SI-NO-DAL.