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Tsunami en Coria-Cáceres

Catedral de Coria

Fotografía: Chus Martín (Flickr)

Como comentaba el fin de semana pasado, el lunes y martes de carnaval, los sacerdotes diocesanos tuvimos las jornadas de formación y convivencia, típicas de estas fechas, los temas eran atractivos y la verdad es que hubo bastante concurrencia.

En el programa aparecía una intervención de Don Jesús a las 13,30, nada de extraordinario, por otra parte, porque una comunicación del obispo no deja de ser algo normal.

Cuando uno llega nuevo a un sitio lo acertado es dejar pasar algún tiempo para ir conociendo la realidad y sobre todo a las personas, y después tomar las decisiones necesarias, salvo que haya alguna cuestión que necesite de respuestas urgentes. Esto es así, y el personal más o menos estaba expectante ante lo que pudiera suceder.

Bueno, pues ese momento llegó ese día. Después de una reflexión sobre la realidad diocesana que él se ha encontrado, propone un programa a realizar. En dos meses, deberán realizarse una serie de cambios, no solo de personas, sino sobre todo de actitudes a la hora de desarrollar la actividad pastoral diocesana (esto último llevara más tiempo).

Personalmente, me sorprendió su carta. Hasta ahora solo había conocido propuesta de sus antecesores a la hora de que el presbiterio diocesano le dieran nombres sobre posibles candidatos para puestos concretos. Pero nada más. Ahora también se hace, pero además se acompañan unas reflexiones sobre por donde debe ir el trabajo de los mismos, y esto es muy importante pues en lo que se dice se destaca con un nuevo talante, las carencias más significativas de nuestra realidad.

La Iglesia católica anda metida en un sínodo universal que quiere cambiar muchas cosas, sobre todo en sus formas de actuar, a la hora de afrontar temas muy complicados. En el 2017 nosotros terminamos nuestro XIV Sínodo Diocesano, pero la realidad diocesana prácticamente no cambió en nada. Las intuiciones que se intuyen en este escrito van en la línea de apoyar un trabajo más abierto a escuchar todas las opiniones, a dar participación a todo el que quiera hacerlo, a clarificar los objetivos y a revisarlos en su momento y a caminar en una línea de comunicación y transparencia. El éxito no está asegurado, pero, de esta forma es más posible.

No hay soluciones fáciles, pero si a esta nueva disposición se añade una profesionalidad en lo que haces, unos deseos de avanzar en lo que te propongas, y una ganas e ilusión imprescindibles, no cabe duda de que este es el camino.

¡Feliz Cuaresma!