Unidad, unidad, unidad

Fotografía: Maciej Biłas (Creative Commons)
Siete días antes del 25 de enero (fiesta de la conversión de San Pablo), la Iglesia dedica una semana a rezar y a poner en actualidad, uno de los problemas más graves (es verdad que por desgracia los problemas de hoy van por otros senderos) de los cristianos. Una semana en la que se trata de profundizar en una realidad, que como todo tiene su historia, pero en la que también hay que dejarse de palabras y pasar a los hechos.
La división que se produce en el siglo XI, debida a cuestiones complejas, ya que en realidad parecía que nada iba a ocurrir porque la disputa Roma-Constantinopla no era tan grave, hace que la Iglesia de Oriente, rompa con la autoridad papal, y los caminos comiencen a ser definitivamente paralelos. Quizá los gestos de unidad con la Iglesia ortodoxa hayan sido los más explícitos en los últimos tiempos, por lo menos los encuentros entre la más altas representaciones siempre han sido muy cercanos y afectuosos. Pero hasta ahora han sido solamente eso, gestos.
La controversia con Lutero y Calvino (siglo XVI) sí produjo una separación más sangrante, ya que las guerras de religión de la época, hicieron que la herida supurara más de la cuenta. No es verdad que no se hayan producido avances con las distintas confesiones protestantes, pero el desarrollo de ambas doctrinas han hecho que lo que nos separa sea bastante más de lo que nos une.
El papa Francisco no escatima ninguna oportunidad que se le presenta para lograr acercamientos con todos, y como decía antes, a nivel de de afecto y de respeto no hay nada que objetar, todo lo contrario.
¿Qué falta entonces? Todos sabemos la dificultad para sentarse y comenzar la reflexión doctrinal necesaria para que se produzcan aproximaciones de este tipo. Y hasta ese punto no sé cuál es el espíritu que se respira a los niveles en los que hay que dar los primeros pasos y cuáles son los puntos de partida establecidos por ambas partes, para comenzar a reflexionar en común.
Me cuesta cada año más, repetir que hay que seguir haciendo lo posible para lograr la unidad, porque no sé si hace, y porque quizá estén ganando la batalla aquellos que piensan que no hay nada que hacer porque la verdad está en uno de los lados.