¡Viva San Vito!
Cuando esta ciudad vivía otros tiempos, no sé si mejores o peores que los de ahora, pero sí distintos, me refiero a los siglos XV y XVI, la villa estaba jalonada en su zona norte por tres ermitas, dedicadas a otros tantos santos, a saber, San Vito, San Blas, y los Santos Mártires (San Fabián y San Sebastián). Eran tiempos, en los que, de una u otra manera, había que buscar en la intervención divina, la solución a algunos problemas ante los cuales nadie te daba explicaciones, ni tú mismo eras capaz de encontrarla.
Ya ha llovido desde entonces, pero las mismas (las ermitas) respondían a intereses o preocupaciones de los habitantes de la ya olvidada Norba.
El paso del tiempo ha ido poniendo a cada una de estas ermitas en su sitio, mientras la segunda y la tercera, se han mantenido con sus problemas y dificultades, hay una de ellas, que, aunque el recuerdo del santo perdure en los que viven cerca, el edificio de la misma es un auténtico desastre.
Las tres (a muy poca distancia la una de las otras) eran referencia para los de aquí, y las tres ofrecían un lugar de descanso, o cobijo, para los que iban camino del septentrión, fuera por la razón que fuera. La imagen de la Virgen de la Guía, que se venera en la actualidad en la ermita-parroquia de San Blas es la mejor muestra de ello.
El pasado domingo día 18, la explanada del barrio acogió la imagen de este infante santo (contemporáneo del de Sebaste), mártir en las persecuciones de comienzos del siglo IV. El acto sirvió para rememorar la memoria de aquellos antepasados nuestros que lo tuvieron como referente, como dijimos al principio, en otros tiempos.
La ermita, tal y como se encuentra en la actualidad, es propiedad del Obispado y por lo tanto él es el responsable de su conservación. Justo a finales del 2019, se dieron unos pasos que parecían ir encaminados en la buena dirección, pero la catástrofe de marzo de 2020 dio al traste con aquellos intentos.
Ahora estamos empezando a recuperarnos, y quizá haya llegado el momento de volver a revitalizar la recuperación de este trozo de nuestro patrimonio que no podemos dejar que se pierda para siempre.
Si las letras expresaran mi estado de ánimo, notaríais que no estoy muy convencido de lo que escribo, pero sé que tengo que hacerlo.
¡Buen fin de curso para todos!