Vivir la Resurrección

Cena de Emaús (Rembrandt)
Aunque no hayamos estado a la altura en los momentos de la pasión, el resucitado como buen pedagogo, concede nuevas oportunidades y, o, se pone a caminar con nosotros para que lo redescubramos, o, se presenta en medio cuando estamos atemorizados por lo que pueda pasar, o se pone a comer para que nos demos cuenta que no es un fantasma.
Ya que nos conoce y sabe de nuestra incapacidad, quiere utilizar todos los recursos a su alcance, para que la falta de pruebas no sea una excusa a la que nos podamos agarrar.
A pesar de lo que pueda parecer, no es fácil reconocerlo, incuso aunque nos enseñe físicamente las huellas de los clavos en las manos y en los pies. Puede que nos entre una ceguera repentina o que no nos interese saber que es él.
Y es que todos recordamos lo que nos dijo cuando estuvo con nosotros, todos sabemos lo que hizo cuando íbamos tras él recorriendo los caminos y los pueblos, todos tenemos presente lo que para él era importante y lo que era secundario, a todos nos viene a la memoria como trató a las personas, y por supuesto está muy reciente el comportamiento de los más cercanos los últimos días de su vida. Por esto el reconocimiento se nos puede hacer difícil y con muchas reticencias por nuestra parte.
Además sabemos que si lo reconocemos después de lo que pasó en el Calvario y en los días siguientes, y aceptamos su testamento al despedirse de nosotros, es como si nos estuviéramos comprometiendo a continuar la misión que nos encargó y eso son palabras mayores. Por eso nos conviene más decir que “Nosotros esperábamos…” y seguirnos con nuestra búsqueda y nuestros interrogantes, pero sin llegar a descubrirlo realmente.
No nos interesa porque eso supondría que tenemos que cambiar cosas que no queremos, que tendremos que mirar lo que pasa con otros ojos, que tendríamos que ser mas misericordiosos, que nuestro corazón fuera de carne, que tendríamos que estar más cerca del que nos necesita… en definitiva que tendríamos que ser distintos.
El camino de los cuarenta días de la cuaresma solo tiene este final: reconocer al resucitado, si no lo hacemos, tendremos que esperar otro año para ver si de una vez por todas nos decidimos a convertirnos.
¡¡¡Feliz Pascua!!!